En su informe anual sobre drogas, la ONU alertó el impacto que ha tenido la crisis global en el consumo. El número de consumidores y el de muertes se ha incrementado en el mundo, mientras el mercado ilegal ha encontrado rápido los caminos para sobreponerse a los bloqueos por la pandemia, con una creciente apuesta a la comercialización en línea y al uso de criptomonedas. El reporte también revela un crecimiento del consumo en países en desarrollo y un incremento de la producción de cocaína.
Vista de marihuana en bolsas de plástico incautadas a comerciantes locales durante una visita del ministro del Interior francés en Marsella, sur de Francia, el 25 de febrero de 2021. © Nicolas Tucat / Foto de archivo / AFP
El consumo de cocaína y sedantes crece durante la pandemia
El informe publicado por la UNODC también da cuenta de un incremento del consumo de cannabis y de sedantes durante la pandemia de Covid-19 en casi todos los países de los que tienen información.
Según una encuesta a profesionales de la salud de 77 países, el 64% de los consultados aseguró haber detectado una subida del uso no médico de sedantes y el 42% reportó un mayor consumo de cannabis.
De acuerdo al organismo, las condiciones creadas por la pandemia contribuyeron a un aumento del consumo de drogas: los confinamientos y otras medidas de prevención provocaron una mayor sensación de aislamiento y de ansiedad, así como el empeoramiento de la situación económica.
Como contrapartida, el informe señaló que el consumo de drogas utilizadas en un contexto social, como la MDMA (éxtasis) y la cocaína, cayeron debido a las restricciones impuestas por la crisis sanitaria.
El uso de la cocaína aumenta, pese a una reducción de los cultivos de coca
En su reporte, la UNODC advierte que la producción de cocaína se duplicado entre 2014 y 2019, hasta llegar a un récord de 1.784 toneladas. La presencia de esta droga se ha multiplicado, con un producto de mayor calidad y más barato, lo que amenaza con recrudecer el daño que produce.
Uno de los motivos que apunta la ONU para explicar este escenario es la competencia entre nuevas bandas criminales que están interviniendo en el tráfico de cocaína entre Sudamérica y Europa -la segunda mayor ruta del mundo de esa sustancia-. Esta circulación es controlada por organizaciones italianas, que se alían con grupos en España y Colombia. Pero a su vez han florecido asociaciones de los Balcanes, que están suprimiendo intermediarios para abastecer cocaína de manera directa desde las zonas de producción andina.
Lo paradójico es que la UNODC reportó un retroceso en los cultivos de la hoja de coca. En 2019 la caída fue del 5%, la primera en cinco años, impulsada por una importante reducción en Colombia (calculada en un 7%), la primera en seis años. Aún así, ese país sigue siendo largamente el mayor productor del mundo.
Mientras que Perú el cultivo ilícito de coca se mantuvo estable (54.700 hectáreas en 2019 frente a las 54.100 de 2018), Bolivia registró un leve incremento: de 23.100 hectáreas en 2018 pasó a 25.500 en 2019.
Aunque la ONU ve tímidos pasos hacia adelante para reducir el cultivo ilícito de coca, también teme que la crisis económica generada por la pandemia de Covid-19 empuje a agricultores a apostar por el mercado ilegal para conseguir una mayor rentabilidad. Para evitar eso, instó a los estados a brindar asistencia a aquellos sectores golpeados por la crisis global.
En cuanto a la producción de otros estupefacientes, la UNODC puso la lupa en el desarrollo de metanfetaminas. Afganistán -que produce el 85% del opio mundial- se ha posicionado como un gran exportador de estimulantes sintéticos.
Por su parte, en zonas de México, el crimen organizado ha fortalecido la producción de metanfetaminas. En esa línea, América del Norte registró una multiplicación por ocho de las incautaciones de esas drogas entre 2009 y 2019, llegando hasta las 153 toneladas.
El narcotráfico encuentra vías de escape frente a los bloqueos y acelera su digitalización en pandemia
Si la pandemia de Covid-19 paralizó los mercados a nivel global, el tráfico ilegal de drogas no fue la excepción. Sin embargo, tras una primera fase de bloqueos, han logrado una recuperación rápida, apelando a diversas formas alternativas de distribución.
Los cuatro grandes métodos que proliferaron durante la pandemia, según la UNODC, son el envío de cargamentos más grandes -frente a la imposibilidad del micro tráfico mediante “mulas”-, una mayor utilización de aviones privados o de rutas marítimas -ante el cierre de caminos terrestres- y la implementación de métodos de pago sin contacto con los consumidores.
En este sentido, la organización destacó que creció la implementación de aviones ligeros para mover la droga desde Sudamérica ante el cierre de los vuelos comerciales y que se intensificó el tráfico a través de la Hidrovía Paraná-Paraguay, entre otros.
La entrega a domicilio de estupefacientes se ha desarrollado con fuerza en Francia y cada vez hay más productos psicoactivos disponibles en línea. © France 24
También, por la pandemia, se han acelerado ciertas dinámicas de digitalización que ya existían y que se han visto más utilizadas en la economía formal: las compras por internet, el pago con criptomonedas y la entrega sin contacto a domicilio.
En este aspecto, las transacciones a través de la ‘dark web’ se dispararon: mientras entre 2011 y mediados de 2017 la venta por esa vía correspondía a 80 millones de dólares, entre la segunda mitad de 2017 y 2020 el monto se ha cuadruplicado hasta 315 millones de dólares.
Aunque esto representa todavía un pequeño porcentaje del multimillonario negocio de la venta de drogas, su aceleración hace temer que la digitalización se convierta en el futuro del narcotráfico, debido a las dificultades de los estados para regular estas formas de comercio.
Por esa razón, la UNODC instó a fortalecer las reglas internacionales para investigar los delitos en internet y el uso de las criptomonedas, que a menudo se implementan en la web oscura y son muy difíciles de rastrear.