Esta cita, incluida por Pablo Neruda en el discurso que hizo al recibir el Premio Nobel, es de donde Antonio Skármeta (Antofagasta, 1940) saca el nombre para su película de 1983 y el libro de 1985. La misma que sirve para la versión de Netflix, producción chilena dirigida por Rodrigo Sepúlveda y con guion de Guillermo Calderón.
Creado originalmente como guion para la radio alemana, Ardiente Paciencia tiene 3 versiones cinematográficas, traducciones a más de 25 idiomas, decenas de adaptaciones al teatro (incluyendo una con Julio Jung de Neruda) y una ópera (del compositor mexicano Daniel Catán, que tuvo a Plácido Domingo como Neruda y Cristina Gallardo-Domas como Matilde).
La historia
Mario Jiménez (Andrew Bargstead) es un joven pescador de Isla Negra. O eso quiere su padre, que continúe con su oficio y la tradición familiar. Pero él sabe que lo suyo no es la pesca. Entonces, es contratado como cartero.
Pero no es un cartero cualquiera. Debe ir a buscar y a dejar la correspondencia de la única persona que recibe cartas en el pueblo: El poeta Pablo Neruda (Claudio Arredondo).
Así, poco a poco se irá forjando una fuerte relación de amistad entre ambos, alimentada por el interés de Pablo Neruda por lo popular y de Mario por conocerlo, de saber más. Todo estimulado por el amor de Mario por Beatriz (Vivianne Dietz), hija de Elba (Paola Giannini), la dueña del restaurante del pueblo.
De ese amor, de la urgencia de comunicarlo, surgirá en Mario el deseo y la necesidad de hablar bien, de poder decir lo que siente. Y eso, de la mano de Neruda -y de Beatriz-, le abrirá otras miradas de la vida, le entregará otras formas de expresarse, de sentir.
Todo lo anterior sucede en el contexto de fines de los 60, desde un poco antes de la precandidatura presidencial de Neruda, que luego cede en favor de Salvador Allende.
En el libro, la historia llega hasta justo después del golpe cívico-militar y la muerte (o asesinato) del poeta. Incluyendo fuertes tensiones -algunas por razones políticas- entre Neruda y Elba.
Una idea brillante
Antonio Skámeta (Soñé que la nieve ardía, La insurrección, La chica del trombón, Un padre de película, Los días del arco iris) tuvo una idea genial. Juntar una figura culta, refinada, misteriosa, contradictoria, polémica, referente mundial, con un joven de pueblo, simple, transparente. Y unirlos por la pasión, por la necesidad de expresar. Y lo hace, además, a través de un cartero, el que, por oficio, llevaba y entregaba cartas, textos generalmente importantes, muchas veces de amor.
Con esta idea, Skármeta logra un diálogo que hacen no solo mostrar de manera brillante a los protagonistas. También hace brillar la poesía, la importancia del lenguaje y de su buen uso. (En términos personales, creo que la idea tenía más potencial.)
Las películas
En 1983, Skármeta (Premio Nacional de Literatura 2014) hizo el guion y dirigió Ardiente Paciencia (1983), con un notable Roberto Parada como Neruda, Óscar Castro, Marcela Osorio y Naldy Hernández. Es una cinta de bajos recursos, precaria en algunos aspectos, que destaca justamente por eso: porque refleja la esencia de ese mundo, con un Neruda memorable.
Il postino
Luego vino Il postino, versión italiana de 1994, del director Michael Radford junto a Anna Pavignano, Furio Scarpelli, Giacomo Scarpelli y un brillante Massimo Troisi, como el cartero. Esta cinta hizo famosa la historia y el libro.
Ardiente Paciencia de Rodrigo Sepúlveda
La nueva versión de Ardiente Paciencia, del director Rodrigo Sepúlveda (Un ladrón y su mujer, Padre nuestro, Aurora, Tengo miedo torero), tiene varios puntos altos. En primer lugar una ambientación y una fotografía (Maura Morales Bergmann) muy bien logradas, que remite a la época con un tono nostálgico y poético. Sin renunciar a la precariedad de la época.
Otro punto a destacar de producción chilena para Netflix, son las actuaciones de Andrew Bargstead (Mario) y de Vivianne Dietz (Beatriz). Ambos, atractivos, actúan en el borde de la coquetería, del dramatismo sentimental logrando una buena cuota de tensión, de seducción y erotismo. A ellos se suma casi todo el elenco, como Paola Giannini, por ejemplo.
En la película, en el libro como en sus adaptaciones, es muy estimulante la importancia del lenguaje, la capacidad de abstracción a través de las metáforas u otras formas, de pensar y mirar de maneras más complejas, sutiles y profundas. De la belleza capturada por las palabras.
Entre los puntos débiles, creo que la versión de Neruda resulta en un personaje con poca personalidad, muy bonachón, con poco carácter. Alguien muy centrado en su cabeza y poco gozador (como todo indica que era Neruda), con poca pasión.
También resulta perturbador higienizar el texto original quitándole los conflictos y tensiones políticas propias de la época (sin dejar de ser política). Y, más, evitar la dramática parte final. Porque, en el fondo, Antonio Skármeta escribe esta historia en el exilio. Ardiente Paciencia (el libro) refleja lo que pasó, a ojos del autor, en el país, con un despertar juvenil, con grandes sueños y pasiones que se cortaron de manera abrupta y violenta.
Ardiente Paciencia es una cinta entretenida, estimulante, bella (por su fotografía y sus protagonistas). Cuyas falencias son más evidentes al conocer, al menos, el libro y las dos versiones cinematográficas anteriores, en especial Il postino.
Por Ezio Mosciatti