El déficit de viviendas es un fenómeno que en Chile se ha ido acrecentando con el paso de los años, al punto que hoy en día son al menos 600 mil familias las que no tienen acceso a un hogar digno.
Así lo asegura Sebastián Bowen, director ejecutivo de Techo-Chile y de Déficit Cero, una iniciativa cuyo objetivo es acabar con el déficit habitacional en nuestro país antes del 2030.
“La población en campamento ha ido aumentando de manera sostenida durante la última década prácticamente”, señala en conversación con BioBioChile, agregando que es una emergencia nacional que se debe enfrentar “con sentido de urgencia y con la participación de todos los actores”.
CIFRAS DECIDORAS
De acuerdo al Catastro de Campamentos 2021 de TECHO-Chile y Fundación Vivienda, actualmente hay más de 81 mil familias viviendo en cerca de mil campamentos a nivel nacional. Se trata de la cifra más alta desde 1996, lo que sin duda es un llamado de atención para tomar conciencia sobre el problema.
Según detalla Bowen, en 2011 había cerca de 27 mil familias en campamentos, cifra que fue aumentando a una tasa de 2 mil a 3 mil familias anuales hasta el 2019, año en que llegaron a ser 47 mil familias de acuerdo al catastro del Minvu.
“Y en los últimos dos años, según el catastro que sacamos como Techo Chile y Fundación Vivienda de 2021, se ve un crecimiento abrupto en cuanto a las familias en campamentos, pasando a ser más de 81 mil”, menciona.
“Esto quiere decir que en 2021 había tres veces la cantidad de familias viviendo en campamentos de las que habían en Chile en 2011. Y eso es un crecimiento tremendamente duro que nos hace poner en alerta esta situación de emergencia habitacional que estamos viviendo en el país. Probablemente durante el 2021 y comienzo de 2022 esa población de campamentos ha seguido aumentando”, puntualiza.
Frente a este preocupante escenario, Claudio Nitsche, vicepresidente de la Cámara Chilena de la Construcción, remarca la importancia de un trabajo mancomunado entre los estamentos privados y públicos para encontrar una solución.
“No es posible que nuestro país tenga hoy este déficit habitacional, el mismo que hace 25 años”, indicó en el lanzamiento de Déficit Cero, añadiendo que es un problema que debemos “solucionar entre todos”.
“Junto a Techo-Chile tenemos un compromiso para poder proponer una política pública que perdure en el tiempo con nuevas ideas y posibilidades. Ese es el desafío: lograr el déficit cero”, enfatiza.
Marco Rodríguez, presidente del Comité de Hábitat y Vivienda del Colegio de Arquitectos de Chile, sostiene que entre 2007 y 2008 hubo buenos resultados en cuanto al problema del déficit de viviendas en el país. “Hubo una baja en el número, porque había una cifra de un millón de viviendas y posteriormente se llegó a poco más de 500 mil”, menciona.
No obstante, Rodríguez explica que en los últimos años se ha visto un alza. “Hoy en día el déficit se fija en alrededor de 600 mil. Algunos dicen que es de 650 mil e incluso la Cámara Chilena de la Construcción lo sitúa en 750 mil”, advierte.
Por su parte, Mario Neira, co-fundador de Arquitect@s por un Chile Digno y que trabajó en el programa de Gabriel Boric, menciona que desde 2017, a partir del Censo y de la encuesta Casen, se llegó a determinar que había un déficit cuantitativo, que son las viviendas que faltan, de 500 mil.
“Pero en el déficit cualitativo estamos hablando de un millón 300 mil. Se trata de las viviendas malas, en las cuales obviamente vive gente pero que es necesario recuperar porque están en mal estado y no cumplen con una serie de normas”, expresa.
“Evidentemente lo primero que hay que hacer, y lo primero que seguramente se hará en el gobierno de Gabriel Boric, será hacer un catastro serio y en detalle de la situación actual y ahí vamos a tener el dato preciso del problema actual”, menciona.
A su vez, Neira asevera que durante el actual gobierno de Sebastián Piñera no se han hecho estudios al respecto, “excepto lo que hizo Techo Chile, que actualizó el tema de los campamentos y pasaron de 47 mil familias a 89 mil familias. A su vez se estableció que hay 20 mil personas viviendo en las calles”, dice.
Consultado por BioBioChile, el subsecretario de Vivienda y Urbanismo, Guillermo Rolando, explica que como Ministerio de Vivienda y urbanismo (Minvu) utilizan como base el Censo y la encuesta Casen.
“En el censo de 2002, la estimación sobre el déficit de vivienda era en torno al medio millón de hogares mientras que el de 2017 arrojó poco menos de 400 mil”, indica, agregando que la estimación actual es de alrededor de 513 mil hogares, mientras que la cifra en cuanto al número de campamentos ronda los 75 mil.
“Desde 2002 hasta 2017, el censo, que es probablemente el instrumento más preciso y ajustado que tenemos como país, demuestra que la política habitacional de Chile, con dificultad, ha logrado ir reduciendo el déficit. En quince años disminuyó en torno a 100 mil hogares”, plantea.
FACTORES DE LA PROBLEMÁTICA
Para el director ejecutivo de Techo-Chile, se debe separar los factores estructurales entre los campamentos de los coyunturales. Los primeros, dice, están más bien están asociados a la vivienda cada vez más inasequible para una gran parte de la población, lo que desencadena que muchos terminen en campamentos.
“Y sabemos que si tenemos un país en el que la solución es el campamento, es un país en el que la injusticia y desigualdad nos está ganando la pelea. Y ese es un factor estructural, que es el acceso a la vivienda”, puntualiza.
Por otro lado, están los factores coyunturales, los cuales se pueden asociar a factores como el estallido social y la pandemia. “Ciertamente se han conjugado con los factores más estructurales, produciendo este aumento abrupto de la población de campamentos en los últimos dos o tres años”, expresa.
En ese sentido, Bowen sostiene que lo que ha sucedido en Chile en los últimos quince años es que ha aumentado de manera muy significativa la demanda habitacional, con numerosas familias y personas tratando de acceder a la vivienda, lo cual se explica por tres factores.
“El primero es el flujo migratorio, es decir, aumenta la población en el país y eso significa más familias buscando vivienda. El segundo elemento es el aumento demográfico. Las personas que nacieron hace 25 o 30 años atrás, son personas que hoy día son familia, y esas familias también están buscando casa”, detalla.
En tercer lugar, dice, está el aumento en la inversión sobre la vivienda y el suelo, “lo que también ha aumentado con mucha fuerza en los últimos 15 o 20 años y eso también genera mayor presión sobre este bien, sobre la vivienda y el suelo”.
Bowen explica que esto genera que aumente la demanda -y por lo tanto- aumenta también el precio. El problema, asegura, es que las políticas habitacionales y de suelo que tenemos en Chile se mantienen prácticamente rígidas y estructuralmente similares durante los últimos 15 años, “por lo tanto no han logrado mediar para producir en el fondo un encuentro entre esa demanda y la oferta de vivienda sin que aumente el precio de manera tan descontrolada y muchas veces dejando a gran parte de la población fuera de la posibilidad de acceder a eso”.
Por otro lado, debemos tomar en cuenta los factores coyunturales como por ejemplo la pandemia o el estallido social, “el que fue muy relevante porque una de las cosas que genera es una expresión de desconfianza en que a través de mecanismos institucionales vamos a tener solución para los principales problemas de la sociedad, y entre esos está el tema de la vivienda”.
Bowen menciona que son muchas familias las que han postulado a subsidios en los últimos diez años pero sin tener resultados positivos. “Cuando llega el estallido social, postulan nuevamente al subsidio y no logran obtener casa. Esas familias muchas veces dicen ‘para qué estamos en esto, mejor dejar de pensar en que va a llegar la solución a través de una política habitacional o subsidio’, y prácticamente se van a vivir a los cerros de nuestras ciudades”, expresa.
Para Rodríguez, presidente del Comité de Hábitat y Vivienda del Colegio de Arquitectos de Chile, el tema de la inmigración ha tenido un efecto importante. “Hay una gran cantidad de personas migrantes que han estado en busca de trabajo acá en Chile y eso ha ido en aumento”, remarcó, añadiendo que, tal como plantea Bowen, la pandemia y el estallido social provocaron que creciera el número de campamentos en Chile.
“No existe un catastro completo, por lo que creo que lo primero que hay que desarrollar es un buen catastro porque el crecimiento de campamentos ha sido importante, algo así como el doble de lo que había cuatro años atrás”, indica.
Trabajo del Minvu
El subsecretario de Vivienda y Urbanismo, Guillermo Rolando, destaca que nuestro país es uno de los que más invierte “en viviendas de interés social como porcentaje del PIB. De hecho, somos uno de los países que más ha invertido a nivel mundial incluso”.
Pese a esto, reconoce que factores como el masivo flujo migratorio vulnerable ha tensionado no sólo la vivienda sino que también otras variables. “En regímenes normales te vuelve a tensionar mucho el aumento del déficit y producto también -por ejemplo- de lo que fue la pérdida masiva de empleos debido a la pandemia”, sostiene la autoridad.
“Hay muchos hogares que están arrendando con dificultad. La pérdida de empleo, de uno o más miembros del hogar, en muchos casos los obligó a vivir como allegados y en otros casos los llevó a irse a asentamientos precarios, como campamentos. Entonces, claramente en estos últimos años este doble filtro, tanto el flujo migratorio vulnerable masivo y la pérdida de empleos, tensionó bastante lo que es el déficit habitacional. Así y todo, por cifras, es menos alto de lo que incluso nosotros mismos creíamos que iba a ser. Esto va evolucionando obviamente, porque sabemos que sigue habiendo un flujo migratorio importante en la zona norte”, dice Rolando.
“A pesar de las dificultades, el Minvu ha logrado mantener un número bastante masivo de construcción de viviendas, pero el escenario es complejo. Nos vamos bastante conformes con lo que se ha logrado hacer como Ministerio de Vivienda pero no estamos contentos, porque aún falta medio millón de hogares. Uno no trabaja en esto para uno sino que trabaja para otros”, asegura.
El subsecretario explica que las zonas en dónde más se ha concentrado el déficit son aquellos territorios en donde al Minvu le costaba construir. “¿Por qué? Porque los precios de suelo eran más altos, o porque técnicamente, por las habilitaciones de suelo era más complejo. Te nombro algunas ciudades: Osorno, Temuco, San Antonio, el Gran Santiago, Viña del Mar, Valparaíso, Antofagasta, Copiapó, etcétera”, comenta.
Rolando dice que lo que se hizo en estos lugares, “y que está resultando”, asegura, fue llevar a cabo planes especiales por ciudad, con herramientas especiales y con recursos adicionales. “Hemos comprado mucho suelo. Por diferentes razones el Minvu no compraba suelo entonces en muchos territorios no podíamos llegar y aumentaba el déficit, y eso se ha ido revirtiendo”, cuenta.
Pese a lo complejo del panorama, el subsecretario Rolando es optimista en cuanto al futuro. “Desde el punto de vista de la capacidad del ministerio, yo sí tengo una mirada que es bastante esperanzadora”, reconoce.
“A mí no me cabe duda que la nueva administración va a poder hacer lo mismo, si es que no más, y mejor también. Somos 6.500 funcionarios, por lo que somos un ministerio que tiene bastante experiencia. Y además se logró un acuerdo político en 2021 para poner los temas de vivienda como una urgencia a nivel nacional. Eso yo creo que debe ser transversal”, remarca.
Eso sí, reconoce que si los flujos migratorios se mantienen en las tasas actuales, será sumamente “complejo contener esto incluso dentro de la próxima media década”.
65 MIL NUEVAS VIVIENDAS ANUALES
En cuanto al programa del presidente electo Gabriel Boric, quien planteó la creación de 65 mil viviendas anuales durante sus cuatro años de mandato, Rodríguez advierte que es un verdadero desafío, “porque generalmente lo que construye el Minvu son alrededor de 55 mil a 60 mil”.
“El presupuesto ya está definido desde el año pasado, por lo tanto, se juega con las cartas que ya están. Creo que si construimos 65 mil de igual manera puede ser un tanto corto para los años siguientes, pero es difícil hacerlo porque depende de factores como el trabajo que desarrollan las constructoras. Hoy en día se trabaja con el sistema de subsidio, a las personas se les entrega un monto de plata que es como un voucher que se canjea”, puntualiza.
Sin embargo, afirma que este sistema trae aparejado varios problemas, siendo uno de ellos el aumento en el costo de las viviendas. “El costo ha subido entre un 30% y un 40%, aunque no me atrevo a decir una cifra exacta porque en las regiones crece diferente a nivel nacional.
El aumento en el valor de la vivienda, dice Rodríguez, complica los planes en una gestión, por lo que considera pertinente adecuar los programas que actualmente existen para así subir la cifra de hogares de manera progresiva.
“Por ejemplo, me imagino en el primer año 65 mil, un segundo año 70 o 75 mil y ojalá 80 mil después para así poder mantener una curva y en los próximos diez años ya poder solucionar gran parte del déficit”, esboza.
“Y lo otro que dice el programa (de Boric), que también es bastante importante, es el tema del arriendo. El subsidio al arriendo es un tema que en España o en otros países de Europa también ha sido factor para ir solucionando el déficit de viviendas, y en Chile es bien incipiente este trabajo, entonces también es una línea de trabajo por la cual se puede ir supliendo la falta de vivienda”, concluye.
En tanto, Neira, co-fundador de Arquitect@s por un Chile Digno, señala que es posible cumplir con las 65 mil viviendas anuales en el próximo gobierno de Boric, siempre y cuando haya voluntad política.
“Pienso que 65 mil viviendas al año son insuficientes con el problema que hay, pero es una meta que se puso el programa. Yo creo que podría ser incluso mejor, pero todo depende de la voluntad política y de la prioridad que se le otorgue como gobierno, y que el ministro Carlos Montes asuma esa meta”, espeta.
“Yo creo que la meta, más que el número, debiera ser la voluntad absoluta y clara de superar con la máxima fuerza posible la tremenda crisis que hay. Yo entiendo que esa debiera ser la meta, más que un número”, apunta.
TRABAJO REALIZADO
Respecto a lo avanzado en los últimos cuatro años, el subsecretario de Vivienda y Urbanismo, Guillermo Rolando, destaca que tras el comienzo de la pandemia en marzo de 2020, lograron una serie de protocolos para retomar las obras en el país.
“Voy a tratar de ser lo más objetivo posible. Lo primero que yo creo que es interesante recordar es que hace prácticamente dos años, por la pandemia, se empezó a aparejar prácticamente todos los funcionamientos públicos y privados del país, poniendo el foco en la contención del déficit y el apoyo a la reactivación económica a través de fuentes laborales”, sostiene.
Añade que “el Minvu fue de los tres ministerios que más aumentó los recursos tanto en 2020 como en 2021 e incluso para 2022. Entonces, creo que hay un apoyo transversal de otorgar recursos a la cartera que tenía capacidad de ajustarse y flexibilizarse con lo que estaba ocurriendo para que se sigan construyendo cada vez más viviendas en nuestro país”.
Además, Rolando valora el acuerdo político logrado en el Congreso a fines de 2019 que entregó nuevas herramientas para comprar suelo. “Eso tiene efectos muy importantes, porque comprar suelo nos permite construir en comunas donde antes no podíamos construir y donde aumentaba mucho el déficit en ese lugar”, expresa.
Al mismo tiempo, menciona los esfuerzos por revertir las segregaciones de las ciudades. “Históricamente, las familias de ingresos más bajos están en un sector, las familias de ingresos medio están en otro sector y las familias de ingresos más altos están en otro. Básicamente eso es por los precios de suelo”, declara.
“El poder comprar en lugares bien ubicados en muchas ciudades del país, atendiendo al déficit, creo que ha sido bien percibido desde el punto de vista de revertir las segregaciones. En las ciudades faltaba más Estado, que el Minvu tenga más herramientas, que el Estado no tenga un rol pasivo”, plantea.
Pese a los avances, Rolando no quiere sonar autocomplaciente. “Que haya un déficit de medio millón de hogares claramente hace que uno se siga cuestionando que más hay que hacer, qué herramientas adicionales hay que tener, cuántos recursos más hay que tener”, se sincera.
“Pero dado el contexto, con la pandemia y todas las dificultades sociales, el que hayamos mantenido números enormes de ejecuciones, con focalización y herramientas para revertir las segregaciones, por lo menos lo que uno percibe es que hay una evaluación razonable, porque no puedo decir con medio millón de hogares que nos vamos contentos”, añade.
INICIATIVA DESAFÍO CERO
Para Marco Rodríguez, Déficit Cero le parece una iniciativa interesante aunque aclara que “terminar con el déficit es algo que no se ha logrado nunca”.
“Se puede buscar varias vías de solución, pero si hay un cambio de gobierno, hay que tratar de consolidar en los primeros meses cuáles son las medidas a desarrollar en el futuro, porque no tenemos un catastro de campamentos”, dice.
“La idea es pensar en un plan que sea efectivo porque tenemos un crecimiento vegetativo que seguramente seguirá aumentando, eso es innegable. Entonces, la necesidad irá en aumento también. Por lo tanto, vamos a tener que atacar no solamente el déficit que existe sino que también ese aumento vegetativo. Y esto va muy ligado a la seguridad social porque si el país tiene mejor seguridad social, la necesidad de vivienda es más simple de ir resolviendo porque mucha gente podrá ir adquiriendo mediante algún tipo de crédito alguna solución”, plantea.
En la misma línea, Rodríguez manifiesta que si bien el déficit habitacional se puede abarcar con varios años, los asentamientos precarios hay que atenderlos con mucha mayor rapidez. Por lo mismo, explica que como Comité de Hábitat y Vivienda del Colegio de Arquitectos han trabajado con los campamentos y lo que significa el tema de su erradicación.
“Creo que hay que ver cómo se soluciona esto mediante algún tipo de plan, uno lo puede llamar plan maestro, para que los campamentos tengan equipamiento, servicios, acceso a centros más urbanizados donde haya comercio, colegio y lugares de trabajo cercanos. Algo se ha podido hacer pero yo creo que hay que poner más énfasis a esa solución y tratar de relacionarla con los gobiernos regionales para verlo de una manera más integral, que no sea solamente solucionar un tema habitacional sino que también ver su integración dentro de la ciudad”, declara.
Rodríguez alude, a su vez, a la situación en el norte, explicando que en los campamentos hay una gran cantidad de inmigrantes que han creado básicamente pequeños lugares semi-habitables en terrenos que es importante urbanizar pero que están en zonas de riesgo por posibles aluviones. Por lo mismo, señala, se debe realizar una coordinación con los equipos técnicos para poder mejorar esas condiciones.
El director ejecutivo de Techo-Chile y de Déficit Cero remarca la importancia de darnos cuenta como país de la situación que enfrentamos en la actualidad. “No solamente con las 81 mil familias viviendo en campamentos sino que también hay más de 600 mil que no tienen acceso a vivienda digna y adecuada. Estamos hablando de más del 10% de los hogares en el país, y eso es una verdadera emergencia habitacional, y es por eso que debemos enfrentarla como tal, con ese mismo sentido de urgencia y colaboración”, plantea.
“Eso es lo que busca Déficit Cero, es generar una plataforma de diferentes actores, ya sea públicos, privados, sociales y académicos, que puedan construir una ruta para llegar al déficit habitacional cero, lo que significa que todas las familias que en Chile necesitan una vivienda, puedan acceder a ella a través de distintos mecanismos”, menciona.
Para esto, la iniciativa busca proponer cambios en la política habitacional para enfrentar el problema del déficit habitacional con sentido de urgencia pero al mismo tiempo con sentido de futuro, “construyendo ciudades más integradas y justas”.
Al mismo tiempo, esperan trabajar con las autoridades locales, gobiernos regionales, alcaldes y alcaldesas, para que en los territorios donde se concentra este déficit habitacional, se puedan estructurar planes y proyectos para responder a esta problemática de manera focalizada y diversa.
Finalmente, señala que esta emergencia habitacional debe ser una prioridad en la agenda pública, anticipando un 2022 muy complejo desde el punto de vista de acceso a la vivienda. “Probablemente estemos ad portas de un estallido habitacional, con muchas familias saliendo en búsqueda de campamentos o yéndose a vivir en condición de allegados. Entonces, en ese escenario, nosotros tenemos que hacer que este tema sea una parte central de la agenda pública con un soporte ciudadano importante para de esa manera generar los cambios de las políticas públicas”, enfatizó.
Déficit Cero, la cual nació en 2021, se conforma como una organización sin fines de lucro que buscará “administrar y desarrollar una propuesta de política pública en torno a vivienda, trabajo con municipios y con autoridades locales para ir avanzando a través de estrategias locales hacia el déficit habitacional cero”.
Esta iniciativa es apoyada por Techo-Chile, la Cámara Chilena de la Construcción, el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, ONU Hábitat, el Consejo de Políticas de Infraestructuras, académicos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, Sodimac, Fundación Urbanismo Social, representantes de comités de vivienda y agrupaciones de campamentos, entre otros.
FUENTE:
biobiochile.cl