Un trasplante de células madre equivocadas transformó un tratamiento prometedor en una pesadilla fatal para Pablo Berríos y su familia. La “escandalosa” negligencia lo condenó a casi dos meses de agonía previo a su muerte, lo que ha desatado una compleja batalla judicial que, a más de cinco años, busca respuestas y responsabilidades. Los detalles del caso los presenta la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío.

“Está condenado a muerte”, fue la fatal frase que un amigo médico le dijo a familiares del militar Pablo Berríos, cuyo cuerpo en ese momento luchaba en el intento de contrarrestar a un desconocido “huésped” que le había sido ingresado por error en medio de un tratamiento por cáncer en la médula ósea.

Tal como había indicado el doctor, la pelea estaba perdida desde el principio: a Pablo le habían trasplantado células madres de otra persona cuando debiesen haber sido las propias, y esa equivocación no tenía vuelta atrás. Es así como poco más de un mes después de iniciar el tratamiento que prometía aumentar su esperanza de vida sobre cinco años, murió.

“Era como si hubiese explotado por dentro”, recordaron familiares.

La seguidilla de errores “inexcusables”, como describe una querella ingresada en el 4º Juzgado de Garantía de Santiago, tiene a dos centros médicos en la mira: la Clínica Las Condes (CLC), desde donde habrían enviado erróneamente las muestras ajenas, y el Hospital Militar, donde se le realizó el tratamiento a Pablo. Este se efectuó en una fecha cercana a otra negligencia que involucra al equipo oncológico de aquel hospital revelada por la Unidad de Investigación de Radio Bío Bío, con un paciente habiendo sido expuesto a tres quimioterapias innecesarias por un mal diagnóstico.

La situación aún se discute; por un lado en una querella penal por cuasidelito de homicidio y, por otro, en una demanda por indemnización de perjuicios.

Consultados por Radio Bío Bío, tanto desde la Clínica Las Condes como desde el Hospital Militar indicaron que no emitirán comentarios sobre una causa judicial activa.

Una vida arrebatada

Pablo Berríos tenía 52 años cuando falleció. Era marido, padre de tres hijos y el segundo de cuatro hermanos.

Era oficial de las fuerzas especiales del Ejército, paracaidista, con una pasión por el deporte. Dentro de la institución era profesor de educación física, y en sus tiempos libres corría medias maratones, andaba en bicicleta, hacía vela, esquí en agua y en nieve, y pasaba las vacaciones con sus cercanos en el sur de Chile.

Era querido.

Tras su fallecimiento, por iniciativa de su tropa, nombraron una sala en la Escuela de Comunicaciones en honor a él.

Tenía una vida activa, de mucho futuro.

Errores fatales

Una negligencia “inexplicable y escandalosa”. Así es cómo el equipo legal que representa a la familia describió la mortal transfusión realizada a Pablo el 24 de agosto de 2018, argumentando que, si ambos centros médicos hubiesen seguido los específicos protocolos establecidos, Pablo hoy estaría vivo.

El 12 de marzo de ese año, tras semanas de tortuosos exámenes, Pablo fue diagnosticado con mieloma múltiple –un tipo de cáncer de la médula ósea– lo que dio paso al inicio de un tratamiento de quimioterapia, que dio buenas respuestas.

Entonces, el equipo médico recomendó a Pablo y su familia realizar un trasplante de células madres óseas, también conocido como terapia con stem cells. Este reconocido procedimiento busca sustituir las células dañadas o destruidas de la médula ósea por células sanas del propio paciente. Se extraen células, se cultivan para que se reproduzcan más y luego se vuelven a transfundir. De acuerdo a la querella, si bien no constituía un tratamiento necesario para la sobrevivencia del paciente, permitiría incrementar su esperanza de vida, a ya que no estaba desahuciado. No había por donde perderse.

Berríos y su familia aceptaron dicha propuesta y, en julio, profesionales del Hospital Militar le extrajeron las células –procedimiento que se realiza bajo anestesia general– para luego enviarlas a la Clínica Las Condes para preservarlas a cambio de $133.768 mensuales, ya que el Hospital Militar no contaba con un laboratorio de almacenamiento.

El 3 de julio, Pablo ingresó al centro para hospitalizarse y realizar el esperado tratamiento. La primera bolsa fue trasplantada sin incidentes, pero luego de infundir de manera completa la segunda bolsa de células madres, el equipo médico se habría percatado de que esta no estaba rotulada con el nombre de Pablo, sino que el de una mujer. “No se tomaron los diez segundos que requería leer la etiqueta de la bolsa que contenía las células madres a inocular”, indicó la querella.

“La Clínica Las Condes, violando los más mínimos protocolos de conservación, custodia, manipulación y entrega de células madre, entregó, junto con las células madre de Pablo, bolsas de células madre de otra persona, de sexo femenino, y que se encontraba internada en otro centro hospitalario. Venían bolsas mezcladas en un mismo cooler”, detalló la demanda civil.

Ante aquella equivocación, en el hospital se le comenzaron a realizar una serie de nuevos tratamientos, con el fin de enmendar lo ocurrido. Era un error, sí, pero no uno grave, le habrían comentado los doctores a la familia, que, ante esa explicación, se quedó relativamente tranquila.

“Hasta el final, todos tenían la esperanza de que se iba a mejorar. Nunca nos dijeron que iba a morir”, comentaron familiares.

Sin embargo, la calma duró poco, porque la salud de Pablo gradualmente empezó a empeorar en los días siguientes.

Primero empezaron los temblores en los brazos e irritaciones en el dorso. Luego, los dolores abdominales, la diarrea y una fiebre de 38,8°C que obligó a trasladarlo a la Unidad de Tratamientos Intensivos (UTI). La salud de Pablo continuó agravándose, con sus órganos fallando uno a uno.

La mañana del 13 de septiembre fue diagnosticado con la enfermedad de injerto contra huésped grave (GVH), que ocurre cuando las células inmunes presentes en lo que se va a trasplantar reconocen al receptor del trasplante como extraño. Claro, se trataba de las células madres de otra persona.

Esa misma tarde, ante la presión ejercida por la familia, se trasladó a Pablo a la Unidad de Trasplante de la Clínica Las Condes. Durante los días siguientes, su nueva condición se siguió tratando, con la salud de Pablo mejorando y empeorando intermitentemente.

En un momento, las señales dejaron de dar muestras positivas. Durante un mes Pablo tuvo sangramiento digestivo, deterioro renal y hepático, convulsiones, vómito con sangre, heridas con pus, sangramientos, diarrea, desmayos y fiebre, situación que llevó a la familia Berríos Vogel a acordar un NRCP: la decisión de, en caso de requerirse, no se aplicase resucitación cardiopulmonar ni ventilación mecánica, para no seguir aplazando el sufrimiento de alguien que, tal como había comentado un amigo médico, estaba condenado a morir desde el momento del transplante.

El 13 de octubre a las 16:29 horas, Pablo murió. En su certificado de defunción emitido por la Clínica Las Condes, como causa contribuyente a la defunción se estableció: “Mieloma Múltiple-Transplante de Médula Ósea”.

Si se hubiesen seguido los protocolos

Consultada por Radio Bío Bío, la oncóloga de la Clínica INDISA, Carolina Rojas, explicó que el autotrasplante de células madres generalmente es una buena alternativa para pacientes con mieloma múltiple, pero que no está exento de riesgos.

La enfermedad en sí ya significa una disminución en las defensas del paciente. Eso, sumado a la quimioterapia que se hace previo al tratamiento, deja a la persona en un periodo vulnerable a complicaciones. Es por ello que los protocolos para evitar errores son esenciales.

Sin conocer el caso específico, la doctora describió que en casos de trasplantes halógenos –o sea, aquellos que provienen de una persona ajena– son mucho más delicados y tienen mayores riesgos que uno autólogo (los que provienen del mismo paciente). Para ello, es esencial el estudio de compatibilidad. Si no hay uno, es difícil que lo trasplantado no sea rechazado por quien lo está recibiendo.

En este caso, todo indica que eso no existió y lo incompatible ya se encontraba en el centro del cuerpo de Pablo, a esas alturas, imposible de ser expulsado.

Tras una larga espera hoy la familia se encuentra pendiente al cierre de los procesos legales. En el caso de la querella ingresada en 2019 por los abogados Juan Urrutia Rivas, Francisco Sepúlveda Araya y Ricardo López Zeger, la causa en la que se busca perseguir responsabilidad penal de las personas involucradas en las negligencias sigue abierta en primera instancia. En el caso de la demanda en sede civil, en donde la familia es representada por el abogado Martín Molina Jarpa, el 7°

Por otro lado, respecto a la demanda en sede civil –en donde son representados por el abogado Martín Molina Jarpa y que apunta directamente a la Clínica Las Condes y el Hospital Militar– ya se obtuvo una sentencia por parte del 7º Juzgado Civil de Santiago, que ordenó indemnizar de forma conjunta la suma de $110.000.000 por daño moral, además de $85.000.000 a su mujer por ser víctima por rebote y $75.000.000 a cada uno de sus hijos. Sin embargo, esta aún se discute en la Corte de Apelaciones, frente a recursos presentados por ambas instituciones, a la espera de la confirmación o rechazo de la sentencia apelada.

Fuente: Bio Bio