“Si le ha hecho tanto daño, ¿por qué no simplemente se alejó?”, es un comentario habitual que surge cada vez que salen a la luz casos de violencia doméstica o violencia de género. Sin embargo, muchas veces este tipo de críticas suelen omitir elementos clave que hacen más compleja la dinámica entre la víctima y el victimario.

Pueden existir muchas razones por las que alguien no puede, o no quiere, abandonar una relación o una dinámica de violencia, ya sea con la misma persona o repitiendo patrones con parejas diferentes.

Según Julio César Carrasco, psicólogo clínico y terapeuta de pareja del Instituto Kintsugi, regresar a una relación abusiva puede responder a diversas causas.

“Salir de una espiral de violencia puede dificultarse cuando hay una dependencia de tipo emocional, económica y/o social. Además, la “calma aparente” luego de cada episodio violento es lo que lleva a la víctima a sustentar la esperanza de un posible cambio en el agresor”, detalló el experto a BioBioChile en noviembre pasado.

“El apego traumático se refuerza por la alternancia de fases de violencia y de reconciliación, que crean una dependencia emocional y una esperanza de cambio. Para romper el apego traumático es necesario que la víctima pueda tomar conciencia de la realidad de la relación, de sus derechos y de sus necesidades, y que busque apoyo externo que le permita salir del círculo vicioso de la violencia de género“, concluye el profesional.

¿Por qué cuesta tanto salir de una relación abusiva?

La Línea Nacional de Violencia Doméstica de Estados Unidos, también conocida como The Hotline, sostiene que “no importa la razón, dejar cualquier tipo de relación puede ser difícil; hacerlo durante una situación de abuso puede parecer imposible sin el acceso adecuado al apoyo”.

Según el ente, estas son algunas de las situaciones más comunes donde resulta difícil abandonar dinámicas o relaciones abusivas:

Tener miedo

Una persona probablemente sentirá temor de las consecuencias que deba enfrentar al decidir culminar su relación, ya sea por temor a las acciones de su pareja o que le preocupe su capacidad propia para ser independiente.

Las relaciones abusivas son, en muchos casos, un juego de poder por parte del victimario. Cuando el sobreviviente abandona una relación abusiva, se genera una dinámica que gatilla conductas violentas. “Como resultado de esto, a menudo, la partida es el momento más peligroso para los sobrevivientes de abuso”, sostiene el ente.

Cuando el abuso está normalizado

Cuando una persona crece en un entorno donde el abuso es la norma, es posible que no sepa qué es una relación saludable. En consecuencia, podría no ser capaz de reconocer que los comportamientos de su pareja son poco saludables o abusivos.

Un ejemplo de esto puede ser el caso de Lisa Floy, niña de 6 años que se hizo conocida tras viralizarse una cinta de 1989 donde llama al 911 porque su padrastro está golpeando a su madre. Años más tarde se supo que la mujer también terminó involucrada en relaciones abusivas.

Sentir vergüenza y/o tener baja autoestima

Admitir que se ha sido o está siendo abusado puede ser difícil para muchas personas.

A veces, las víctimas creen que han hecho algo mal, que ese abuso es merecido o incluso que ser abusado es señal de debilidad. Muchas veces es la pareja incluso la que recurre a este método para echar la culpa al otro, lo cual refuerza el sentir responsabilidad por los comportamientos abusivos de los que se es presa.

“Después de ser sometidos al abuso verbal o de ser culpados por el abuso físico, puede ser fácil que los sobrevivientes crean lo que se les ha dicho y también que tienen la culpa de los comportamientos abusivos de su pareja”, agregan desde The Hotline.

Sufrir intimidación

Una persona víctima de violencia puede ser intimidada para permanecer en una relación a través de amenazas verbales o físicas, o incluso de amenazas de difundir información personal, como secretos o detalles confidenciales (por ejemplo, pornovenganza).

“Para las personas LGBTQ+ que aún no han salido del armario, la amenaza de revelar su sexualidad puede ser una oportunidad que las parejas abusivas utilicen para ejercer el control”, sostiene el organismo.

Situación económica y falta de recursos

En muchos casos, los sobrevivientes dependen económicamente de su pareja abusiva. En algunos casos, el victimario incluso les ha negado previamente la oportunidad de trabajar, la posibilidad de dormir solos, asistencia con el idioma en caso de vivir en otro país, o una red de confianza a la que recurrir durante momentos de crisis.

Estos factores pueden hacer que parezca imposible salir de una situación abusiva sin ayuda externa.

Estar en situación de discapacidad

“Si alguien depende de otra persona para recibir apoyo físico, puede sentir que su bienestar está directamente vinculado a esa relación. Si la persona tiene una discapacidad, la falta de alternativas de apoyo evidentes puede influir mucho en su decisión de permanecer en una relación abusiva”, aseguran desde The Hotline.

Estatus migratorio y/o contexto cultural

En caso de las personas indocumentadas, denunciar una situación de violencia podría impactar su estatus migratorio, especialmente si tienen un conocimiento limitado del idioma local.

Por otro lado, las costumbres o creencias de determinadas culturas pueden ejercer influencia en la decisión de una persona de no denunciar o permanecer en una situación de abuso. Ya sean costumbres o creencias del mismo sobreviviente, de su familia o su comunidad.

Aún sentir afecto

Experimentar abuso y al mismo tiempo sentir afecto hacia la pareja que está causando el daño no son situaciones incompatibles. En ocasiones, las personas que han vivido situaciones de abuso aún pueden tener vínculos emocionales intensos con su pareja abusiva.

Esto puede deberse a la presencia de hijos en común, el deseo de mantener la unidad familiar o simplemente porque la persona agresora muestra encanto, especialmente al inicio de la relación, y la víctima guarda la esperanza de que esa faceta positiva regrese.