La pierna de una difunta de 67 años. La mitad de la tibia de un hombre de 73. Y la rodilla de una mujer de 32. Esa es sólo una parte del cargamento de piezas cadavéricas que intentó internar, desde Estados Unidos, el Centro de Entrenamiento Médico Quirúrgico (CEMQ). Detrás de la importación de la compañía con sede en Las Condes, se oculta un oscuro —y poco regulado— mercado de restos humanos. Torsos, cerebros, extremidades, hígados y otros órganos son ofrecidos en el extranjero por varios cientos de dólares.
Información recabada por la Unidad de Investigación de Bío Bío, revela el cuestionado pasado de Innoved Institute, la proveedora norteamericana del CEMQ. Su nombre incluso llegó a figurar en archivos del FBI y documentos judiciales que la vinculan al comercio ilegal de cuerpos por parte de dos compañías que le abastecían cadáveres.
Precios dudosos, una opaca trazabilidad de donantes y una incipiente discusión de alcances éticos rondan a un negocio que ya podría estar instalado en Chile.
DIFUNTOS O NÚMEROS
La historia va así. A mediados de 2024, dos cargamentos con 30 restos humanos arribaron al aeropuerto de Santiago. ¿El destinatario? El CEMQ, quienes —según ellos mismos confiesan— tenían como práctica habitual la importación de este material. La idea —dicen— era utilizarlos en cursos de capacitación para profesionales de la salud. Sin embargo, un lío judicial con el Minsal los dejó con los envíos almacenados en bodegas refrigeradas del terminal aéreo: la internación está derechamente prohibida por la regulación chilena.
Documentos a los que accedió BBCL Investiga dan cuenta del detalle de tan inusuales remesas: seis “unidades” de hombro con clavícula hasta la mitad del húmero, seis fémures y tibias, dos “unidades” de un medio húmero hasta la punta del dedo y cuatro “unidades” de tibia hasta la punta del pie.
Según consta en los archivos, la adquisición del material se gestionó en Estados Unidos, a través del laboratorio Innoved Institute. Una compañía que bien podría definirse como un bróker o intermediario de cadáveres. En los documentos presentados ante el Minsal, los difuntos quedan reducidos a códigos. Nomenclaturas de letras y números asignados por la firma estadounidense.
A65807 era una donante de 67 años que murió por causas naturales. Al momento de su deceso, medía casi 1,70 mts y pesaba 95 kilos. La mitad de su tibia hasta su pie forma parte del cargamento hoy retenido en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez.
A63833 era una joven alta y delgada. Murió de un trastorno sanguíneo hereditario. Su rodilla viajó más de 8.500 kms desde Illinois hasta Santiago para terminar almacenada en el contenedor refrigerado que debe costear el CEMQ hasta que la Corte Suprema decida si la internación es procedente o no.
El listado de fallecidos es variado. Mujeres y hombres de todas las edades con diferentes causas de muerte: cáncer, problemas cardíacos y enfermedades pulmonares engrosan el archivo del Innoved Institute.
¿UN DÓLAR LA PIEZA?
Una de las principales razones de porqué está prohibida la importación de este tipo de material biológico —detallan expertos— radica en la necesidad de tener una trazabilidad clara de los cuerpos. Y también porque fácilmente todo puede transformarse en un negocio. De ahí que la normativa chilena sólo permita donaciones a la ciencia o la academia de personas y familiares que expresamente así lo manifiesten.
—Uno podría ir a un país con conflictos bélicos y empezar a lucrar con esto. Por eso se prohibió —dice uno de los especialistas consultados.
En el caso del CEMQ, uno de los puntos que más llama la atención es, justamente, el valor comercial que la compañía asignó a las piezas: no cuadran. Según el invoice presentado ante Aduanas, las piezas cadavéricas fueron adquiridas por un dólar cada una. Una cifra que contrasta con los valores detectados por el FBI en causas judiciales en EEUU y que levanta suspicacias en las autoridades chilenas. Una fuente conocedora de la materia lo resume así:
—Las empresas piden que se facturen por ese precio para no tener problemas de internación, pero son mucho más caras.
La firma, en conversación con este medio, reconoce que los valores allí indicados no son los reales. Según explican, el material biológico no es un bien negociable, por lo que se debe proporcionar un valor simbólico en la factura comercial. Sin embargo, al ser consultados en cuánto transaron realmente cada pieza en EEUU, se negaron a compartir los valores de la operación. Adujeron ser un negocio “privado” e “independiente”.
LAS 10 TONELADAS DE “MATERIAL”
Con sede en Illinois, el Innoved Institute figuró en el pasado en al menos dos causas judiciales. Según refleja una investigación de Reuters, el proveedor del CEMQ fue uno de los mejores clientes del Biological Resource Center (BRC). Se trata de una compañía que convenció a más de 5 mil estadounidenses moribundos para que les donaran sus cuerpos para diferentes estudios científicos. Sin embargo, actuando como intermediario, BRC —luego de adquirir los cadáveres— simplemente los vendía o los alquilaba.
Para la obtención de los cuerpos, BRC —reza el artículo— buscaba perfiles que cumplieran con condiciones particulares: la mayoría de sus donantes provenían de barrios vulnerables y con estudios superiores incompletos. En definitiva, personas demasiado pobres como para poder pagar un funeral.
El modus operandi recaía en presentar un formulario de consentimiento redactado en un lenguaje técnico difícil de entender para muchos donantes y familiares. Una vez que estampaban su firma en el documento, desde BRC tenían el derecho a desmembrar a los muertos y vender o alquilar partes del cuerpo a investigadores y educadores médicos. Los precios se cuentan en cientos o miles de dólares, según sea el caso.
Por ejemplo, BRC —añade la investigación— vendió el torso de un gerente de banco jubilado a un instituto de investigación suizo por 3.191 dólares (cerca de 3 millones de pesos chilenos a valor de hoy); las pantorrillas de un activista sindical fueron adquiridas por una empresa de desarrollo de productos por 350 dólares; y el hígado de un conserje de una escuela pública por 607 dólares.
En 2014, la empresa fue allanada en el marco de una investigación federal. En dicha ocasión, los agentes descubrieron 10 toneladas de restos humanos congelados que incluían 281 cabezas, 241 hombros, 337 piernas y 97 columnas vertebrales.
De acuerdo al reportaje, entre 2012 y 2013, el Innoved Institute recibió al menos 32 envíos con 277 partes humanos de parte de BRC.
Desde el CEMQ dicen desconocer los vínculos de su abastecedor:
—No tenemos información sobre sanciones, denuncias o condenas respecto a este proveedor, que además es una de las empresas más conocidas en nuestro medio para conseguir material biológico. De hecho, muchas instituciones chilenas de gran prestigio han realizado durante años decenas de importaciones con el mismo origen —cuentan a BBCL Investiga.
Y agregan:
—El CEMQ, que inició sus actividades en 2024, ha realizado tres embarques con ellos. Un primero que ingresó a nuestro país con todas las autorizaciones correspondientes, y los otros dos que están retenidos desde hace más de un año.
LAS PREGUNTAS
Julio Cárdenas Valenzuela es director del Museo de Anatomía de la Universidad de Chile y expresidente de la Sociedad Chilena de Anatomía. Su diagnóstico sobre el mercado de piezas cadavéricas es claro: todo comienza a transgredirse cuando priman los intereses económicos por sobre el bien común.
Por ello —asegura—, las instituciones a cargo de los cuerpos deben evaluar una serie de factores cruciales a la hora de lidiar con los cuerpos de los donantes: “¿Quién es la persona que estará a cargo de los procedimientos? ¿Tiene experiencia en el área? ¿Capacidad docente? ¿Puede generar conocimientos nuevos?”.
—¿Qué tan importante es la trazabilidad de los cuerpos donados?
—Es importante definir el origen de las piezas, su mantención, el tratamiento, cómo se van a exhibir y la disposición final de éstas.
Según cuenta Cárdenas, la principal motivación de quienes donan sus cuerpos, es poder aportar al conocimiento. No obstante, asegura que también hay otro estímulo más bien secundario: ahorrarse los gastos de funerales, cremación y/o entierro.
—La parte económica es menor, pero hay casos —dice.
—¿Falta material cadavérico en Chile para la docencia?
—Nosotros disponemos para la docencia, para la investigación y, eventualmente, para hacer cursos. Pero no siempre está la certeza de que haya material. En virtud de ello podríamos decir, sí, efectivamente falta material. ¿Pero qué pasa si nos pasamos para el otro lado? Vamos a tener gran cantidad de material que después no vamos a usar. Tiene que haber ese equilibrio al respecto.
UNA FUNERARIA FRAUDULENTA
Cinco años después del escándalo del BRC, otro de los abastecedores de cadáveres del Innoved Institute también quedó en medio de un lío judicial. Ocurrió cuando un grupo de 60 familias presentó una demanda en contra de la funeraria Sunset Mesa. Corría febrero de 2019.
Un artículo de un medio local develó que la acción judicial apuntaba contra la propietaria de la firma, Megan Hess, por montar una red de tráfico de cuerpos: diseccionaron alrededor de 560 cadáveres entre 2010 y 2018.
El modus operandi iba así: detrás de la fachada de su funeraria, la acusada se reunía con victimas que buscaban servicios de cremación. Prometían incinerar los cuerpos y devolver los restos a las familias. Pero nada de eso fue así.
En vez de cremarlos, la acusada y otros involucrados dividían los cuerpos para posteriormente venderlos. En el proceso, Hess —junto a su brazo derecho Shirley Koch— enviaba los cuerpos por correo o vuelos comerciales. Para cuando los familiares se enteraron ya era demasiado tarde. Las cenizas que les entregaron no contenían resto humano alguno.
Los precios del Sunset Mesa eran considerablemente menores a los del BRC: un torso a mil dólares, US$500 por una cabeza y US$250 por una rodilla (de ahí que no cuadren los precios indicados por el CEMQ en su presentación ante las autoridades chilenas).
El problema aquí, sin embargo, era aún mayor. La funeraria comercializó cuerpos de personas que habían fallecido con enfermedades infecciosas. Entre ellas, hepatitis B y C, y VIH. Todo esto, luego de asegurar a los compradores que los restos se encontraban libres de enfermedades.
Por esto —según un documento judicial— Hess fue condenada a 20 años de prisión tras ser declarada culpable de los delitos de fraude fiscal y complicidad. Mientras que, Shirley Koch fue condenada a 15 años de prisión al ser declarada culpable por los mismos cargos.
LOS LÍMITES
El Ministerio de Salud de Chile —en un oficio emitido el 27 de septiembre de 2024— informó la negativa para ingresar los cadáveres con fines educacionales al país. Al conocer esta resolución, el CEMQ interpuso un recurso argumentando que se trataría de una prohibición arbitraria, entendiendo que en el pasado no habían tenido problemas para realizar las internaciones.
Según la normativa vigente, en Chile, los cadáveres y las piezas anatómicas para fines de investigación científica o docencia universitaria deben provenir exclusivamente de donaciones voluntarias realizadas en el país.
Eso sí, el Código Sanitario permite que los cadáveres de personas fallecidas en establecimientos públicos o privados de salud, así como aquellos que se encuentren
bajo custodia del Servicio Médico Legal (SML), que no sean reclamados por familiares o terceros responsables, pueden ser destinados al estudio o a la investigación científica.
Esta disposición —explican desde la Subsecretaría de Salud Pública— entrega un fundamento jurídico para que las universidades, centros de investigación o el propio SML utilicen dichos cuerpos en labores de formación académica o en proyectos de investigación biomédica. “Siempre dentro de los límites que impone la normativa vigente”.
“Como institución, estamos abiertos a evaluar modificaciones en la normativa, en la medida que estas respondan a un diagnóstico fundado y a necesidades reales del ámbito académico y científico, además de realizarse bajo el marco legal”, aseguraron desde la cartera, mediante un comunicado público.
“TODO EN REGLA”
Consultado el CEMQ —dirigido por el traumatólogo José Fleiderman Valenzuela— destacan que la empresa “no percibe un valor adicional ni aplica un fee asociado al uso de cada pieza”, dado que su finalidad es “exclusivamente docente”.
De todos modos, aclaran que “existen costos inherentes al proceso, tales como la mantención y el trabajo de las piezas, así como los gastos de envío, transporte y tramitación aduanera”.
“No solo CEMQ ha accedido a este tipo de material a través de dichos canales formales, sino también instituciones como clínicas y universidades que por años han utilizado estos mecanismos debidamente regulados para fines estrictamente docentes, sin complicaciones y con las debidas medidas exigidas tanto para la salida del material como para su ingreso a Chile”, aseguran.
Inquirido el Servicio Nacional de Aduanas, indicaron que este es el único cargamento de este tipo que se encuentra frenado en Chile. Hasta el cierre de esta edición no informaron que ocurriría en caso de que la Corte Suprema tire por la borda las intenciones del centro médico: ¿Las piezas deberán ser devueltas a EEUU? ¿Destruidas? ¿Rematadas?
La última palabra la tendrá la máxima magistratura nacional. El fallo se encuentra en redacción.
Fuente: biobiochile



























